VILLA OCAMPO – NOTA DE OPINION – Estamos en la víspera de una fecha clave del Catolicismo que hace a la religiosidad, los sentimientos encontrados, las miradas profundas. Por Atilio Bruno.Estamos en la víspera de una fecha clave del Catolicismo que hace a la religiosidad, los sentimientos encontrados, las miradas profundas hacia uno mismo y por supuesto, la eterna tarea de procurar en cada Navidad ser un poco mejores.
No siempre este objetivo se logrta, sobre todo si lo dejamos para último momento, pues durante todos los días del año deberíamos poner un pequeño grano de arena, arrimar una lágrima a la existencia, estrechar fuerte la mano del más débil, prodigarnos sin miramientos hacia las obras de bien que muchas veces ni siquiera cuestan dinero o sacrificios.
Así lo quiso Dios
Sin dudas Dios quería un mundo mejor. Nos quería un poco mejor y por eso envió a su hijo. Ahora: ¿Cuesta tanto comprender este mensaje? ¿Es tan compñicado mejorar como personas? Yo creo y lo debe estar pensando también Ud., amigo lector, todo pasa por la buena voluntad, por la comprensión, por dejar de lado los rencores y las discusiones banales, por estructurar una red de confianza hacia un entorno mancomunado y un porvenir que encaje en la sinceridad, la amistad y las buenas costumbres.
Por otra parte
Navidad no son los cohetes, ni las comidas suculentas o el pan dulce y la sidra. Navidad es otra cosa y no es una frase hecha, pero no obstante y a pesar de los festejos que quenes podemos hacerlo no cometemos pecado, estaría bueno que en nochebuena miremos un poquito más a nuestro alrededor, que nos prodiguemos hacia los que sufren o menos tienen, que pensemos que no todo es el dinero y que dejemos d elado las guerras.
De esa forma, sin dudas, estaríamos logrando ser un poco mejores…
Dijo Seneca. «No lleva a la felicidad al hombre la extensión del campo que cultiva, ni los saludos de muchos, ni el descanso en precioso lecho, sino el ser bueno…»