LA RELACIÓN CON LOS HIJOS – La incomunicación intergeneracional ha sido un planteo histórico: “mis padres no me comprenden”, “mis hijos no me dejan entrar en su mundo”…En otras épocas hubiera sido un insulto pensar que los padres debíamos ceder ó compartir un gusto con los hijos.
Mamá,… ¿miramos una peli? Y por supuesto la película en cuestión sería de su elección.
Era el día libre de mi hijo de 26 años, y él me ofrecía mirar una película juntos. Ya sé, la frase no necesitaba una traducción pero a lo mejor explicitarla me ayuda a tomar conciencia de la magnitud de ese acontecimiento.
Mi hijo desplegaba ante mí un puente, y tendía su mano y la pregunta es si yo me puse a la altura de su regalo, un rato de tiempo compartido entre dos generaciones.
A él también le gustan Arjona y Cacho Castaña, y más allá de los artistas en particular, lo maravilloso es que podamos compartir el gusto por algún cantante y estar escuchando señora “casi vieja” y joven de ventitanto las mismas canciones.
Algo similar me pasó con Charly y mi “pequeña” de 17 dulces años.
Por la mañana, un mail me avisó del recital de Charly García en la plaza, y ello no fue más allá de abrir el arcón de los recuerdos y volver a los 17 cuando Enzo y Eduardo, mis compañeros del Industrial allá en Hurlingham, trataban infructuosamente que yo aprendiera a tocar la guitarra con sus canciones.
Por la noche, después del trabajo y al regreso a casa, Marita abrió la puerta con una gran sonrisa y una gran noticia: ¡Mamá, fui a ver a Charly a la plaza y escuché todo el recital!!…fascinada, estaba fascinada.
“Yo que nací sin poder”, “yo fui educado con odio”. Decía la canción….
“Nadie se animó a decir una verdad…siempre el miedo fue tonto”…me acerca el Charly de la década del 70 y a lo mejor a esta edad esté en posición de valorar absolutamente su compromiso y su testimonio musical de la época, el de él y el de muchos más seguro.
El príncipe heredero sabe de cocina…y sabe mucho de cocina y cuando algún tema al respecto aparece, él me hace ver que aunque a mí me guste mucho cocinar y haya tratado de desasnarme….él sabe más, sin duda, me corrige, me enseña, me aporta y se transforma el hijo en el educador de la madre.
Fuente: Beatriz Palacios (Lic. en Turismo Cultural)