Temor a los exámenes

MIEDOS A LA HORA DE RENDIR – Y sí, diciembre es un mes un tanto especial. Además de las fiestas y de las vacaciones que se aproximan, también están los exámenes de fin de año o los que se deberán rendir durante el verano. Y lo peor de todo es que, en ciertas personalidades, esa obligación académica puede cobrar tintes indeseados.Frente a una instancia que catalogamos como “importante” (un examen por ejemplo), todos experimentamos un nivel normal y comprensible de ansiedad que, incluso, es útil porque nos mantiene activos y expectantes. El dilema sobreviene cuando, lejos de ser controlable, la angustia, consiente o inconsciente, es excesiva, extrema e impide pensar o actuar en forma correcta, aunque uno sepa a la perfección qué es lo que tiene que hacer, decir o escribir.

“Los exámenes generan siempre un estado de alerta. Lo que sucede es que, previo a rendirlos, se activa una ansiedad anticipatoria que lleva a ciertos alumnos a sufrir dolencias físicas”, explica Gustavo Bustamante, Doctor en Psicología y director de la fundación Fobia Club. “Suelen tener la impresión de que quedan con las ‘mente en blanco’ o tienen síntomas, como diarreas, náuseas, temblores, mareos, ahogos, rubor facial, etc., que interfieren notablemente en su producción. Con frecuencia se puede producir un ataque de pánico”, continúa Bustamante.

El temor a un examen puede transformarse en un serio problema psicológico cuando la persona piensa –cada vez que tiene que afrontar la responsabilidad-, que sería mejor abandonar los estudios.

La baja autoestima, el perfeccionamiento a ultranza, la percepción errónea de sus acciones, la falta de juicio crítico, una elevada exigencia para consigo mismos, una preocupación, desmedida por errores y una gran vulnerabilidad a las críticas son sólo algunas características que relucen aquellos que quedan amurados frente a un tribunal examinador.

“Los padres deben estar atentos y detectar que el chico atraviesa una dificultad. Deben adoctrinarlos para que la presión sea parte de la vida e inculcarles la necesidad de comprometerse a sortear cada etapa para poder avanzar en sus carreras”, subraya Bustamante.

Al fin y al cabo, como dicen algunos pensadores, triunfar y ser exitoso en la cotidianeidad, en el día a día, no se reduce a un destacado en el boletín o a una excelente nota en la libreta universitaria. Seguro, va mucho más allá de eso.

Consejos para llegar con tranquilidad al día del examen

• Llegar temprano para evitar las corridas de última hora.

• Tratar de dormir bien la noche anterior. Eso evitará que se llegue al examen demasiado cansado y tenso.

• Organizar el tiempo de forma adecuada. Estudiar metodológicamente todos los días y no pretender hacer, en pocas horas, el trabajo intelectual de meses.

• En un examen oral, hay que aprender a tomar el control de la situación. Ningún profesor debe enojarse si uno le pide unos segundos para pensar o permiso para tomar lápiz y papel, y acomodar las ideas.

• La preparación es clave. Es importante conocer las diferentes técnicas e estudio, por ejemplo, practicar con la voz alta si el examen es oral.

• Si durante el examen sobreviene la sensación e la “mente en blanco”, no entrar en pánico. Respirar hondo y pensar en algo agradable. Al lograr la tranquilidad, los conocimientos volverán a la mente.

• No presentarse a rendir con el estómago vacío. Estar en ayunas puede generar mareos.

• No caer en la trampa de apurarse porque otros terminan antes.

• Conviene comenzar por las preguntas más fáciles, de esta manera ganamos confianza e que sí se puede.

• Es fundamental detenerse el tiempo que sea necesario para entender las consignas el examen (sea este oral o escrito).

• Procurar no hablar con personas que pudieran ponernos nerviosos o generarnos dudas sobre lo que sabemos.

Fuente: Revista Nueva