25 AÑOS DE RECLAMOS SIN RESPUETAS – A Oscar Rubén Cantero lo echaron de la fuerza por denunciar que sus jefes torturaban a detenidos políticos y a productores rurales en Santa Fe y Reconquista en la última dictadura. Acusa a funcionarios del ex gobernador Vernet de “cómplices” de los militares. “Me pidieron que me retracte para hacer caer la cesantía”. Un dictamen oficial pidió su reincorporación hace casi tres años y el trámite está hoy siendo sustanciado en Fiscalía de Estado. Vive en Villa Ocampo y desde allí clama por justicia.Oscar Rubén Cantero sigue esperando respuestas de la democracia. Cuando era oficial de la policía en la localidad norteña de Villa Ana, se caracterizó por realizar algunas investigaciones que pusieron tras las rejas a delincuentes comunes de la zona. Corría la década del setenta y militares y policías se mezclaron para combatir a “la subversión”. A Cantero no le gustaron los métodos y los denunció, en la justicia y luego en los medios. Los jefes le apuntaron donde más duele. Primero buscaron ablandarlo con sucesivos traslados. Luego llegó el pase a disponibilidad y la cesantía. En democracia exigió un trato distinto, pero los brazos de los verdugos seguían intactos en los ochenta.
Cantero, hizo pública su denuncia en la revista “Libre”, un semanario que mezclaba notas de política picantes (y bien escritas) y de destape de las chicas de moda (mucho más pudorosas que las de hoy). La revista estaba dirigida por Jorge Fontevecchia. El entonces oficial de la policía de Santa Fe fue entrevistado en su casa de Villa Ana y la nota fue publicada el 3 de abril de 1984 (año 1, número 12).
Cantero desarrollaba su tarea sin sobresaltos, hasta que comenzaron las persecuciones por denunciar las cosas que no le gustaban. Primero los trasladaron a Villa Guillermina (a 30 km de su casa) y luego a Santa Fe, a trabajar en el Comando Radioeléctrico. Era la primavera de 1980 y las expectativas de ascensos y carrera con charreteras se acabaron. “El responsable de mis traslados, del pase a disponibilidad y del pedido de cesantía fue el inspector Lisandro Mario Kauffman, a quien denuncié por un sinfín de delitos, que van del robo y la tortura, hasta la desaparición de personas. En realidad, la persecución comenzó antes. Él (por Kauffmann) se molestó porque yo y el oficial principal Carlos Burian, hicimos un par de investigaciones que llevaron a la cárcel a varios delincuentes amigos de Kauffmann. Me trasladaron a Santa Fe, al Comando Radioeléctrico, que tenía como 400 personas, con buzos tácticos y ‘el grupo Monserrat’, una especie de brigada antisubversiva. Averigüe muchas cosas ahí, los compañeros me dijeron que no me metiera. Mucha de la gente que estaba ahí, había participado de los traslados sucios del 76 en adelante”, dijo Cantero.
El policía cesanteado, que todavía pide una reivindicación de su honestidad, hizo su primera denuncia contra Kauffmann el 29 de diciembre de 1980, en el juzgado de la Cuarta Nominación de Santa Fe, en el que oficiaba de fiscal Rodolfo Roulet. Los funcionarios judiciales estaban sorprendidos: “abuso de autoridad, apremios ilegales, uso de la picana contra presos políticos y comunes, proliferación de salas de juegos clandestinas, garitos y desaparición de personas”, acusó el policía.
Cantero narró las torturas sufridas por los hacendados del departamento General Obligado Anselmo Fernández y Juan Lovisa, y contra los presos políticos Ramón Balbuena, Aníbal Sánchez y Reynaldo Monzón, “muerto por las torturas”. El entonces oficial de policía dijo que “Balbuena, Sánchez, y dos entrerrianos fueron torturados en Santa Fe, donde Kauffmann tenía a cargo un grupo de tareas. Ellos hicieron la denuncia directamente en el diario El Litoral”. En tanto que a Monzón, Cantero dice que el propio Kauffmann lo interrogó en Reconquista mientras fue jefe de esa Unidad Regional, y que por los golpes recibidos murió tras una internación. A los hacendados Fernández y Lovisa los torturaron por no querer arreglar cuestiones económicas con los jefes. Los hombres de Kauffmann estuvieron a punto de endilgarle un magnífico robo de ganado, pero el camión de animales que la propia policía tenía pensado robar para “plantárselo al propietario”, zafó por una lluvia torrencial que evitó trasladar los vehículos jaulas. A pesar de no concretar el operativo, Kauffmann mandó a detener a Fernández y, como no estaba, se llevó a su socio, Ramón Lovisa, “que fue torturado en Las Toscas por el subcomisario Luis Antonio Chávez. Luego lo llevaron a un paraje llamado Los Bañados sonde lo siguieron torturando y allí él escuchó la voz que lo interrogaba, era Kauffmann”, le dijo Fernández a la revista Libre en 1984.
Un reclamo incesante sin respuestas
“Esto data de los años ochenta, cuando tuve que denunciar las torturas, hechos de lesa humanidad, en los cuales había involucrados altos jefes policiales y también miembros del poder judicial de la nación”, dice Cantero, que hoy debería estar retirado con el grado de Director General, de acuerdo a la ley del personal policial vigente. “En lugar de investigar los hechos, me investigaron a mí, y me dejaron cesante. Nunca investigaron nada. Ya han pasado 25 años de estos hechos, he presentado apelaciones contra el decreto de cesantía, ofrecí pruebas que nunca se hicieron, y fue en el gobierno del contador José María Vernet, que tenía como ministro a Eduardo ‘Caíto’ Cevallo y al subsecretario de justicia Edgardo Soto. Pero ahí me di cuenta que había un pacto de impunidad de esta gente con el Proceso”.
Antes que Vernet firme el decreto de cesantía en 1985, Cantero pidió una audiencia con el gobernador, pero fue recibido por el subsecretario del ministerio de Gobierno, Edgardo Soto. Le dijo – según relató el ex policía – “Cantero, a usted lo vamos a dejar cesante por lo que denunció en la revista Libre, que tomó mucho estado público, el tema de la represión, pero si usted se retracta, vuelve a la policía. Si no lo hace, lo echamos”. Cantero no cambió sus declaraciones y la advertencia se cumplió. Fue expulsado de la policía.
En la Regional Uno
Cantero dijo que Kauffmann había torturado a cara descubierta a un preso de apellido Balbuena mientras estuvo comisionado en Santa Fe para el trabajo sucio. “Lo tuvo atado, y desnudo, a la puerta de su celda. Después lo pasaron al juez (federal, Fernando) Mántaras, que era un colaborador del Proceso. Se complementaban a la perfección, mientras Kauffamnn los torturaba, Mántaras les hacía firmar cualquier cosa. Como sería la relación entre ellos que muchos presos han denunciado que el propio secretario del juez, (Víctor) Hermes Brusa, tomaba las declaraciones mientras los detenidos eran torturados”, soltó sin tapujos al periodista de la revista Libre.
El entrevistado no vacila en declarar a Notife que (Kauffmann) era “uno de los jefes de los grupos de tareas de la policía de la provincia, actuó en la comisaría Primera y en la Cuarta, trabajaba con los militares, era el mayor torturador de la historia de la policía de la provincia. En los años bravos estuvo en la URI y luego es trasladado a la URIX (Reconquista). Era un tipo muy pesado, yo me crucé en el caminó con él y mire lo que me pasó. Treinta años después están siendo juzgados todas las cosas que denuncié. Él ya falleció, hace unos diez años. Lo mandaron a la Unidad Regional IX, como subjefe, lo ponen en el freezer porque venía muy caliente de Santa Fe.
-¿Entonces usted tuvo problemas con él en la URIX, por eso lo envían al Comando Radioeléctrico de la URI, en los ochenta?.
-Sí, fue a principios de los ochenta. Ahí yo averigüe todo lo que había hecho este hombre en Santa Fe. A Los policías que hoy están acusados en la causa (Brusa) los conozco, a todos. Estuve dos años en la Guardia de Infantería Reforzada, en la Agrupación Cuerpos. Ya no estaba Juan Calixto Perizotti (hoy juzgado por haber cometido delitos de lesa humanidad). En mi legajo figuran todos esos destinos. Luego pasé al Comando Radioeléctrico, que funcionaba también en la GIR. Sabía que había detenidos políticos, pero yo no tenía nada que ver, estaba en el Comando.
-¿Y quiénes eran sus jefes ahí?
-Estaba el comisario general Zalazar. Mario José Facino era el jefe de la Agrupación Cuerpos. También estaba el subcomisario Orlando Paz, también el “Morrongo” Martínez, que después supe que tuvo problemas con causas de Derechos Humanos. Juan Florentino Venencia y Roberto Moggi, fueron mis jefes también. Le digo más, el que estaba ahí, en la GIR, y que después llegó a un alto cargo y que tenía algo que ver con la gente detenida, fue Víctor Sarnaglia, que después llegó a jefe de la URIX de Reconquista, él podría aportar algún detalle de lo ocurrido.
Cantero fue perseguido de múltiples formas, hostigaban a sus hermanos policías con traslados, lo amenazaban a él y hasta le tirotearon las casa varias veces. Kauffmann fue ascendido el 23 de noviembre de 1983 (10 días antes de la recuperación de la democracia) como jefe de la Unidad Regional 9. El policía que lo denunció fue cesanteado y la democracia nunca pudo reivindicarlo.
En Fisclaía de Estado
En el año 2007, un dictamen de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe, hizo lugar al reclamo de Cantero y habilitó un camino que pronto tendrá resolución, de acuerdo a lo que confiaron a este portal fuentes gubernamentales. El caso está desde enero de 2008 en la Fiscalía de Estado, que evaluó los antecedentes y, a prime facie, habría detectado irregularidades en el trámite administrativo de la Policía. “Espero que esta gestión del doctor Binner y el doctor (Fiscal de Estado, Jorge) Barraguirre me resuelvan la situación, por sí o por no, pero que se expidan, conforme a derecho. Siento que fui dejado cesante en forma arbitraria e inconstitucional por una actitud de los gobiernos anteriores. Yo les pido que con equidad, resuelvan mi situación de una vez por todas y en el menor tiempo posible. No hago responsable de lo ocurrido a las actuales autoridades. No tengo ninguna queja ni contra el Fiscal de Estado ni su grupo de asesores, por el contrario, siempre me han atendido. Yo sé que tienen muchos expedientes en trámite, pero mi caso no es un caso más. No pido limosnas ni revancha. Solo equidad y justicia”, señaló e Notife el damnificado.
Fuente: notife