Viaje purificante

INAUGURACION CEMENTERIO DE MALVINAS – NOTA DE OPINION – Emoción de saber que fui testigo de la historia; con el espíritu desbordante de haber pisado nuevamente suelo malvinense, turba argentina… Por Leonardo Abraham.Una hora de vuelo entre Río Gallegos y la Isla Soledad. El eco de los corazones golpeando las heridas, el llanto perdido en el viento helado sosteniendo el recuerdo. Ciento setenta familiares de caídos durante la contienda de 1982, la mayoría, unos cien del inolvidable Crucero ARA General Belgrano.

Tres colectivos, una combi, varias Rangers, tres carpas blancas en forma de u, para recepcionar a una delegación importante. Enfermeros, civiles y militares atentos a cualquier eventualidad; prensa radial, escrita y televisiva perpetuando un momento único e inigualable. Un sueño de años, una ilusión constante, un trabajo permanente, un objetivo deseado…

Los pasos que separaban del lugar donde se estacionaron los micros, pasando por el camino de piedras que finalizaba en tierra santa, en el lugar donde emergen doscientas treinta cruces, un monumento con paneles de mármol que contienen los 649 nombres de los héroes en orden alfabético, una cruz mayor que se destaca a la distancia silenciosa, radiante, permanente…

A uno de los costados la ermita vacía a la espera de la imagen de la Virgen María, la madre bondadosa, divina, que camino kilómetro a kilómetro cada centímetro de Argentina, en cada pueblo, en cada barrio, ciudad, sus hijos ofrendaron a su paso.

Cada rosario, cada foto, cada carta estará por siempre en un cofre, que dice con letras claras “ofrendas del pueblo argentino a nuestra Virgen, Madre y Protectora de Nuestros Caídos. Octubre 2009” frente a la cruz mayor del cementerio de Darwin, sellada para la eternidad y para caricia de nuestros ángeles valientes y observadas atentamente por la Madre de Madres.

Celeste y blanco su manto, sus caricias, el susurrar divino, el rezo silencioso, la iluminación, la compañía, el mimo cercano, para acunarlos en las noches heladas, en los inviernos fríos.

Hubo un tiempo personal para cada familiar de silencio y respeto frente a la cruz o el nombre de su ser querido; rosario celestes y blancos en los cuellos en forma de cruces de nuestros soldados, una misa en su memoria, el viento helado testigo de tanta emoción.

Un discurso destacado sin medias tintas del presidente de la Comisión de Familiares, Héctor Cisneros: “británicos, isleños y argentinos los unía la misma honra y el respeto a los que dieron la vida por la patria”. Lágrimas en la tierra, desgarro de madres, padres, hermanos e hijos. El espíritu sobrevolando cada rincón de la inmensidad malvinense.

En el regreso una bolsa con turba para cada familiar con una foto del cementerio, los pasos cansinos, los pelos canosos, los bastones temblorosos, la claridad en los ojos por el llanto eterno, el corazón desgarrado entre la pérdida irreparable y el orgullo constante. Fueron siete horas purificantes con la tranquilidad rasante en el alma de llevar a cabo el gran objetivo tan deseado de inaugurar el Cenotafio y cumplir con nuestros muertos.

El avión despegó de Malvinas, una lágrima confundida entre despedida, emoción y recuerdo, los relieves desde lo alto de suelo patrio, pocos minutos hasta el continente, con la satisfacción de haber estado, de haber llorado…

En pocos días la Virgen arribará perpetua, luego de andar tantos caminos. La historia se volvió a escribir y puedo decir con real satisfacción, que yo fui testigo…

Leonardo Abrahan